Pienso en todo, y a la vez no sé ni qué sacar.
A veces realmente no hay mucho por decir o hacer.
He olvidado un poco lo que es sentir adrenalina y entusiasmo. Reír sin prejuicios, caminar descalza, disfrutar sin vigilarme. Extraño los veranos sin lluvia y sentir la calma que habita en el mar. Apagar tu cerebro, dormir y si descansar. Extraño cerrar los ojos y no pensar en nada. Extraño la despreocupación, el dejar las ventanas abiertas, las ganas de comerme la vida.
Me dicen que me veo diferente, yo también lo siento.
Comentan que mi piel guarda ahora un matiz más claro, como si pudieran leer el silencio que me recorre. Mi cabello ha esponjado y lo llevo oscuro. Me veo al espejo y veo a una mujer que ha dejado de ser niña. Tiene una sonrisa muy linda, pero ya casi no sonríe. Sus ojos antes eran más brillosos, ahora se ven un poco tristes. En realidad, casi no la reconozco. Es tan diferente a lo que solía ser, que ni siquiera se si me agrada ese cambio en ella.
Me he estado guardando, como una especie de hibernación.
He estado leyendo mucho: diarios, cartas, libros, artículos. Y he estado escribiendo también: proyectos, investigaciones, sentimientos, cartas. Mi cama se volvió mi lugar seguro, el té sin azúcar se convirtió en mi bebida reconfortante, sigo escuchando la misma música melancólica y las noches ahora son mi peor enemigo. No veo mucho la tele, me obligo a comer más verduras y de repente me da por acabarme una jarra de clericot. Leo cinco libros a la vez, pero no termino ninguno. Lloro cada semana y volví a tomar terapia.
No utilizaría la palabra tristeza para describir lo que siento, creo que más bien me encuentro en medio de la catarsis. Me ha tomado tiempo procesar los eventos que han sucedido el año pasado: el cierre de un libro entero. Ahora, no conozco esta nueva vida, ni a quién la está caminando. En algún momento del año me quise apresurar en empezar a escribir historias en el nuevo libreto: a crear anécdotas,vivir nuevos romances, hacer conexiones, visitar nuevos lugares. Pero creo que tanto mi cuerpo como mi mente me piden —y ruegan— un espacio de quietud.
Hay muchas cosas que no entiendo y otras tantas preguntas que jamás serán respondidas. Pero se que el silencio te hace escuchar lo que necesitas. Y aunque aún no pueda comprender qué es eso que estoy sembrando, sé que para algún lado me está llevando.
El secreto no es enfocarse en liberar a los demás, sino a ti misma.
Sigo en eso.
Con amor, Val.


me encanto, me siento totalmente identificada, me siento perdida de vez en cuando y cansada varios días de la semana, cuando eso pasa me siento otra y no me reconozco.
escribo mucho sobre esto, la urgencia de avanzar, cambiar o cumplir con el mundo y tmb como eso siempre me lleva un punto donde por ir tan rápido no alcanzo a integrar todo y necesito silencio. justo hoy fue un día de esos y me puse a leer esos mismos escritos por que siempre son respuestas para esos momentos, pero hoy la tuya lo fue tmb, saludos!